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Mensaje del Equinoccio – Marzo 2016

 

El equilibrio de los opuestos

 

El equinoccio, del latín aequinoctium, noches iguales, indica por su nombre el equilibrio del par de opuestos: la noche y el día. El equilibrio representa siempre un momento de quietud en el cual los opuestos están equilibrados, y percibimos  este equilibrio como calma, como paz. Desde luego, en cuanto uno de los pares de opuestos predomina, aunque sea un poco, se produce el movimiento, y por tanto los cambios el cambio, una característica inevitable de la manifestación. En el movimiento, en el cambio, nos volvemos más conscientes de los opuestos, aunque en el momento de quietud, de equilibrio, es cuando se puede dar una nueva dirección al movimiento.

 

Desde que, de acuerdo a la alegoría bíblica, la humanidad comió del árbol del conocimiento del bien y del mal, fue expulsada del paraíso de la unidad –una unidad aún no consciente– hacia la experimentación de los pares de opuestos: la vida y la muerte, arriba y abajo, blanco y negro, luz y oscuridad… los cuales hemos catalogado como buenos o malos según diversos criterios, definidos según el propósito que persigue quien los cataloga: lo que es bueno para un fin puede ser totalmente malo para otro.

 

Sabemos que el propósito superior es desarrollar la consciencia hasta el punto en que podamos regresar a la unidad de manera consciente. Sin embargo, existen propósitos que, definidos desde la consciencia de la separación sin duda causan muchos de los sufrimientos que experimentamos en este mundo. Tarde o temprano estos sufrimientos sirven para lograr el propósito mayor del incremento de la consciencia, mientras tanto sufrimos con toda la humanidad.  

 

Resulta evidente que los opuestos son indispensables para que algo pueda manifestarse y podamos experimentarlo. Como ejemplo, un pintor, con toda su maestría, tendría dificultad para hacer una obra maestra en un lienzo blanco utilizando únicamente el color blanco para plasmar su obra.

 

Cuando experimentamos las apariencias de dolor y sufrimiento en el mundo o cuando somos presa de nuestras emociones, recordemos que la unión de los opuestos, representada por la lámpara del Ermitaño, genera la luz de la autoconsciencia y nos conduce a un estado de equilibrio para dirigirnos hacia un movimiento en el sentido opuesto. Así, experimentamos un estado mayor de paz y contribuimos a aumentar la paz en el mundo.

 

En este equinoccio, en este momento de quietud hacia un nuevo movimiento, concentremos nuestra consciencia en aquello que queremos, y revisemos nuestros propósitos para asegurarnos que están en sintonía en el propósito superior de la expansión de la Luz.

 

 


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